viernes, 26 de noviembre de 2021

El apego al yo





El apego al yo, el desesperado no querer morir, es la senda más segura para la muerte eterna, entretanto que saber morir, desgarrar el velo del arcano, ir buscando eternamente mutaciones al yo, lleva a la inmortalidad. 


El lobo estepario
Hermann Hesse
 

Aproximación al ser humano: el "hombre" como un convencionalismo burgués y la falacia de la vuelta a la Naturaleza

 



El hombre [el ser humano] no es un producto sólido y permanente (éste fue, pese a los presagios opuestos de sus sabios, el ideal de la antigüedad); es más bien un ensayo y una transición; no es otra cosa que el puente angosto y peligroso entre la naturaleza y el espíritu. Hacia el espíritu, hacia Dios, lo impulsa la determinación más profunda; hacia la naturaleza, en retorno a la madre, lo atrae el más profundo afán: entre ambos poderes vacila su vida temblando de pavor. Lo que los hombres, la mayor parte de las veces, entienden bajo el concepto "hombre", es siempre no más que un transitorio convencionalismo burgués.

Ciertos instintos muy brusco son repudiados y prohibidos por este convencionalismo; se pide un poco de conciencia, de urbanidad y desbestialización; un pequeño fragmento de espíritu no solamente se permite, sino que es necesario. El "hombre" de esta convención es, como todo ideal burgués, un compromiso, un modesto ensayo de inocente travesura para frustrar a la perversa madre arcaica Naturaleza como al exasperante padre primitivo Espíritu en sus impetuosas exigencias, y lograr vivir en un término medio entre ellos. Por eso acepta el burgués eso que llama "personalidad"; sin embargo, al mismo tiempo entrega la personalidad a aquel moloc "Estado" y enzarza constantemente al uno contra la otra. Por eso el burgués quema hoy por hereje o cuelga por criminal a quien pasado mañana ha de levantar estatuas.

Que el "hombre" no es una invención, sino una demanda del espíritu, una eventualidad muy remota, tan anhelada como temible, y que la senda que a él lleva únicamente se va transitando a pequeños segmentos y bajo pavorosos martirios y éxtasis, justamente por aquellas extrañas individualidades a las que hoy se prepara el cadalso y mañana el monumento; esta sospecha vive asimismo en el lobo estepario. Sin embargo, lo que él dentro de sí llama "hombre", en oposición a su "lobo", no es, en gran parte, otra cosa más que justamente aquel "hombre" mediocre del convencionalismo burgués. La senda que conduce al auténtico hombre, la senda a los inmortales, no deja Harry de adivinarlo estupendamente y lo transita de igual manera aquí y allá con timidez muy poco a poco, pagando esto con graves martirios, con un retiro lastimoso. No obstante, asegurar y anhelar a aquella suprema exigencia, a aquella encarnación inmaculada y buscada por el espíritu; transitar por la única senda angosta hacia la inmortalidad, eso lo teme él en lo más profundo de su ser. Se da perfecta cuenta: ello conduce a martirios incluso mayores, a la proscripción, a la renuncia de todo, tal vez al patíbulo; y pese que al final de esta senda sonríe seductora la inmortalidad, no está dispuesto a padecer todos estos tormentos, a morir todas estas muertes. Incluso teniendo más conciencia del propósito de la encarnación que los burgueses, cierra, empero, los ojos y no quiere saber que el apego desesperado al yo, el desesperado no querer morir, es la senda más segura para la muerte eterna, entretanto que saber morir, desgarrar el velo del arcano, ir buscando eternamente mutaciones al yo, lleva a la inmortalidad.

Nuestro lobo estepario ha descubierto dentro de su ser, al menos, la dualidad fáustica; ha podido darse cuenta de que a la unidad de su cuerpo no le es consubstancial una unidad espiritual, sino que, en el mejor de los casos, únicamente se encuentra en camino, con un prolongado peregrinaje por delante, hacia el ideal de esta armonía. Quisiera derrotar dentro de sí al lobo y vivir completamente como hombre, o, al contrario, abdicar al hombre y vivir, al menos, como lobo, una vida equilibrada, sin crepitaciones. Posiblemente no ha contemplado jamás con interés a un lobo real; hubiera visto entonces tal vez que tampoco los animales tienen un alma unitaria, que igualmente ellos, detrás de la hermosa y sobria forma del cuerpo, viven una variedad de aspiraciones y de estados; que asimismo el lobo tiene precipicios en su interior, que también el lobo padece. No, con la "¡Vuelta a la naturaleza!", va perpetuamente el hombre por un engañoso camino, colmado de penurias y sin esperanzas.

Del mismo modo, el lobo tiene dos y más de dos almas en su pecho, y el que anhela ser un lobo comete el mismo olvido que el hombre de aquella canción: "¡Feliz quien volviera a ser niño!" El hombre simpático, pero sensible, que entona la canción del niño venturoso, quisiera volver también a la naturaleza, a la ingenuidad, a los principios, y ha olvidado totalmente que los niños no son felices completamente, que son capaces de padecer bastantes apuros, muchas desarmonías y todos los tormentos.

Hacia atrás no lleva, definitivamente, a ningún sendero, ni hacia el lobo ni hacia el niño. En el principio de las cosas no hay sencillez ni ingenuidad; todo lo creado, hasta lo que parece más simple, es ya culpable, es ya complicado, ha sido lanzado al inmundo torbellino del desarrollo y no puede ya, no puede jamás nadar contra corriente. El sendero hacia la ingenuidad, hacia lo no creado, hacia Dios, no va hacia atrás, sino hacia adelante; no hacia el lobo o el niño, sino cada vez más hacia la culpa, cada vez más profundamente dentro de la encarnación humana. Tampoco con el suicidio, pobre lobo estepario, se te saca de la angustia; debes de transitar el camino más prolongado, más afanoso y más difícil de la humana encarnación; habrás de multiplicar aún más con frecuencia tu dualidad; tendrás que dificultar todavía más tu complicación. En lugar de condensar tu mundo, de simplificar tu alma, deberás acoger cada vez más mundo, deberás acoger al final a todo el mundo en tu alma deplorablemente ensanchada, para llegar acaso algún día al fin, al descanso. Nacimiento simboliza desunión del todo, simboliza restricción, alejamiento de Dios, dolorosa reencarnación. Vuelta al todo, anulación de la dolorosa individualidad, llegar a ser Dios quiere decir: haber ensanchado tanto el alma que pueda volver a comprender nuevamente el todo. 
Un hombre capaz de entender a Buda, un hombre que tiene conocimiento de los cielos y precipicios de la naturaleza humana, no debería vivir en un mundo donde impera el common sense, la democracia y la educación burguesa. Únicamente por temor sigue habitando en él, y cuando sus dimensiones lo oprimen, cuando la estrecha mazmorra del burgués le resulta muy angosta, entonces se lo apunta a la cuenta del "lobo" y no quiere enterarse de que en algunas ocasiones el lobo es su parte mejor.
 
A todo lo feroz dentro de sí le da el nombre de lobo y lo considera malvado, peligroso, terror de los burgueses; sin embargo él, que cree ser un artista y que tiene sentidos delicados, no es capaz de ver que fuera del lobo, detrás del lobo, habitan muchas cosas en su interior; que no es lobo todo lo que muerde; que allí moran también el zorro, el dragón, el tigre, el mono y el ave de paraíso. Y que todo este mundo, este completo edén de millares de seres, horripilantes y bellos, grandes y pequeños, fuertes y delicados, es ahogado y apresado por el mito del lobo, lo mismo que el verdadero hombre que hay en él es ahogado y preso por la apariencia de hombre, por el burgués.

Imagínese un hurto con una centena de especies de árboles, con un millar de géneros de flores, con cien diferentes frutas e igual número de diversas hierbas. Si el encargado de esta huerta no conoce otra diferencia botánica que lo "comestible" y la "mala hierba", entonces no sabrá qué hacer con nueve décimas partes de su jardín, extirpará las flores más bellas, cortará los árboles más nobles, o los aborrecerá y mirará mal. De esta manera actúa el lobo con las mil flores de su alma. Lo que no cabe en las casillas de "hombre" o de "lobo", ni lo mira siquiera. ¡Y qué de cosas no clasifica como "hombre"! Todo lo pusilánime, todo lo simio, todo lo insensato y diminuto, como no sea muy directamente lobo, lo cuenta al lado del "hombre", así como atribuye al lobo todo lo robusto y generoso solamente porque incluso no lograra dominarlo.   
 
El lobo estepario
Hermann Hesse 


La heterogeneidad del "yo"

 



El ser humano no cuenta con una formidable capacidad de pensar, y hasta el más espiritual y erudito observa al mundo y a sí mismo siempre por medio del lente de fórmulas muy inocentes, sucintas y falaces —¡fundamentalmente a sí mismo!—. Pues, a lo que parece, es una necesidad innata y totalmente fatal en todos los seres humanos representarse cada uno su yo como una unidad. Y pese a que esta ficción padezca constantemente alguna contrariedad grave y alguna sacudida, vuelve siempre a curar y surgir fresca. 

Y si en alguna ocasión en las almas humanas organizadas delicadamente y de especiales condiciones de talento surge el presentimiento de su diversidad, si ellas, como todos los genios, destrozan el mito de la unidad de la persona y se consideran como polipartitas, como un haz de muchos yos, entonces, con solamente expresar esto, las encierra inmediatamente la mayoría, llama en auxilio a la ciencia, confirma esquizofrenia y protege al mundo de que de la boca de estos desdichados tenga que escuchar un eco de la verdad.

Cuando, por lo tanto, un ser humano se adelanta a extender a una duplicidad la unidad imaginada del yo, resulta ya casi un genio, al menos en todo caso una excepción rara e interesante. No obstante, en verdad ningún yo, ni siquiera el más inocente, es una unidad, sino un mundo muy heterogéneo, un pequeño cielo de estrellas, un desconcierto de formas, de matices y de estados, de herencias y de probabilidades. Que cada uno aisladamente se esfuerce por tomar a este caos por una unidad y hable de su yo como si fuera un fenómeno simple, sólidamente conformado y limitado claramente: esta ilusión natural a todo hombre (incluso al más elevado) parece ser una necesidad, una demanda de la vida, lo mismo que el respirar y el comer.

La ilusión reposa en una simple traslación. Como cuerpo, cada ser humano es uno; como alma, nunca. 


El lobo estepario
Hermann Hesse

jueves, 25 de noviembre de 2021

Humorismo

 



Vivir en el mundo, como si no fuera el mundo, acatar la ley y al mismo tiempo estar por encima de ella; poseer, "como si no se poseyera"; dimitir, como si no se tratara de una renuncia sólo el humorismo está en condiciones de efectuar todos estos procedimientos, favoritos y formulados con frecuencia, de una sabiduría superior de la vida.

El lobo estepario
Hermann Hesse


sábado, 13 de noviembre de 2021

La destrucción del yo

 



Toda individuación superior se orienta hacia el yo y propende después a su destrucción.



El lobo estepario
Hermann Hesse

 

La facultad del hombre

 




El hombre tiene la facultad de entregarse totalmente a lo espiritual, al intento de aproximación a lo divino, al ideal de los santos. Tiene igualmente, por el contrario, la facultad de entregarse plenamente a la vida del instinto, a los deseos sensuales y de dirigir todo su anhelo a la obtención de placeres del momento.


El lobo estepario
Hermann Hesse


Tercera parte: la naturaleza del lobo estepario





El lobo estepario se encontraba, según su personal opinión, totalmente ajeno a la esfera burguesa, ya que no conocía ni vida en familia ni ambiciones sociales. Se sentía completamente como una individualidad solitaria, ya como ser extraño y enfermizo ermitaño, ya como hipernormal, como un individuo de disposiciones geniales y elevado sobre las pequeñas normas de la vida común. Consciente, menospreciaba al hombre burgués y tenía el orgullo de no serlo. No obstante, vivía en muchos aspectos de una manera totalmente burguesa; tenía dinero en el banco y ayudaba a su parentela pobre; es cierto que se vestía sin pulcritud, pero con pudor y para no llamar la atención, intentaba vivir en completa paz con la policía, con el recaudador de impuestos y con otros poderes semejantes.

Se quedaba siempre viviendo en los territorios de la burguesía, con cuyas costumbres, normas y ámbito no dejaba de estar en relación, pese a que fuera antagónica y rebelde. Además, se había criado en una educación de pequeña burguesía y había conservado desde entonces varios conceptos y hábitos. 

Así admitía y aseguraba siempre con una mitad de su ser y de su actividad, lo que con otra mitad negaba y peleaba. Educado con rigor y buenos hábitos en una casa de la burguesía, se encontraba siempre apegado con parte de su alma a las órdenes de este mundo, incluso luego de haberse individualizado hacía mucho tiempo por encima de toda medida posible en un ámbito burgués y de haberse liberado del contenido ideal y del credo de la burguesía.


El lobo estepario
Hermann Hesse

 

Naturalezas "suicidas"

 



Es incorrecto dar el calificativo de suicidas únicamente a los seres que se asesinan realmente. Entre éstos hay, no obstante, bastantes que se hacen suicidas en cierto modo por accidente y de cuya esencia no forma parte el suicidismo. Entre los hombres sin personalidad, sin sello marcado, sin fuerte destino; entre los hombres vulgares y de rebaño hay muchos que expiran por suicidio, sin pertenecer por eso en toda su característica al tipo de los suicidas; en tanto que, por otra parte, de aquellos que por su naturaleza deben contarse entre los suicidas, muchos, tal vez la mayoría, no ponen nunca mano sobre sí en la realidad. El "suicida" no es totalmente preciso que esté en una relación particularmente violenta con la muerte; esto puede darse también sin ser suicida.

Es característico del suicida advertir su yo, lo mismo da con razón que sin ésta, como un germen especialmente peligroso, confuso y comprometido, que se considera siempre muy expuesto y en peligro, como si estuviera sobre un pico muy reducido de una roca, donde un ligero empujón externo o una leve debilidad interior serían suficientes para arrojarlo al vacío. Esta clase de personas se caracterizan en la trayectoria de su destino, porque el suicidio significa para ellos la manera más factible de morir, al menos según su propia idea. Este carácter, que casi siempre se manifiesta en la primera juventud y no abandona a estos hombres durante toda su vida, no supone de ninguna manera una energía vital especialmente debilitada; por el contrario, entre los "suicidas" se hallan naturalezas asombrosamente sólidas, codiciosas y hasta audaces. No obstante así como hay naturalezas que a la menor indisposición propenden a la fiebre, así estas naturalezas, que nombramos "suicidas", y que son muy delicadas y sensibles, propenden, a la mínima perturbación, a entregarse enérgicamente a la idea del suicidio.

Metafísicamente analizado, el tema está de otra manera y mucho más claro, puesto que en este sentido los "suicidas" se nos ofrecen como los atacados del sentimiento de la individuación, como aquellas almas, para las cuales ya no es fin de su vida sus propias perfección y evolución, sino su disolución, tornando a la madre, a Dios, al todo. De estas naturalezas hay muchísimas totalmente incapaces de perpetrar el suicidio real, debido a que han admitido completamente su pecado. Para nosotros, son, no obstante, suicidas, puesto que ven la salvación en la muerte, no en la vida; están dispuestos a eliminarse, a extinguirse y a volver al principio.

Debido a que toda fortaleza puede transformase en una debilidad (es más, en ciertas situaciones se convierte obligatoriamente), así puede a la inversa el suicida real hacer constantemente de su supuesta fragilidad una fuerza y un apoyo; lo hace efectivamente con asombrosa frecuencia. Entre estos casos se encuentra el de Harry, el lobo estepario. Como millares de su género, de la idea de que en todo momento le estaba abierto el camino de la muerte, no sólo se hacía un argumento quimérico melancólico-pueril, sino que de la misma idea se inventaba un consuelo y un soporte. Indudablemente que en él, como en todos los seres de su clase, toda perturbación, todo tormento, toda mala situación en la vida, despertaba al punto el anhelo de apartarse de ella por medio de la muerte. Sin embargo, poco a poco se creó de esta predisposición una filosofía útil para la vida. La familiaridad con la idea de que aquella salida extrema se encontraba continuamente abierta, le daba fuerza, lo hacia curioso para apurar los dolores y las situaciones inaguantables, y cuando le iba muy mal, podía expresar su sentimiento con bestial alegría, con una especie de perversa alegría: "Tengo un enorme interés por ver cuánto es realmente capaz de soportar un hombre. En cuanto alcance el límite de lo tolerable, no habrá más que abrir la puerta y ya estaré fuera." Hay muchos suicidas que de esta idea consiguen obtener fuerzas excepcionales.

 

El lobo estepario
Hermann Hesse


Artistas que llevan en su interior dos almas

 




Estos individuos llevan en su interior dos almas, dos naturalezas; en ellos coexiste lo divino y lo demoniaco, la sangre materna y la paterna, la capacidad de felicidad y la de sufrimiento, tan hostiles y confusos lo uno junto y dentro de lo otro. 

Y estas personas, cuya existencia es muy turbada, viven a veces en sus raros momentos de felicidad algo tan fuerte y tan indescriptiblemente maravilloso, la espuma de la felicidad efímera salta constantemente tan alta y brillante por encima del mar del sufrimiento, que este breve relámpago de dicha alcanza y encanta radiante también a otras personas.

Todos estos seres, llámense como se quieran sus hechos y obras, no tienen en realidad, por lo común, una vida auténtica; es decir, su vida no es ninguna esencia, no tiene forma, no son héroes o artistas o pensadores a la manera como otros son jueces, médicos, zapateros o maestros, sino que su existencia es un movimiento y un flujo y reflujo perpetuos y dolorosos; está desdichada y lastimosamente desgarrada. Es pavoroso y no tiene sentido, si no se está preparado para ver dicho sentido justamente en aquellos escasos sucesos, hechos, ideas y obras que radian por encima del caos de una vida así. Entre los hombres de esta variedad ha surgido el pensamiento peligroso y horrendo de que acaso toda la vida humana sólo sea una espantosa equivocación, un aborto violento y desdichado de la madre universal, un ensayo bestial y pavorosamente desgraciado de la naturaleza. Sin embargo, también entre ellos ha surgido la otra idea de que el hombre acaso no sea sólo un animal medio razonable, sino un hijo de los dioses destinado a la eternidad. 


El lobo estepario
Hermann Hesse


Segunda parte: la naturaleza del lobo estepario






Todo género humano tiene sus rasgos, características, cualidades y defectos, así como su pecado mortal. A las características del lobo estepario pertenecía el que era un individuo nocturnal. Para él, la mañana era nocivo periodo del día, le atemorizaba y jamás le dejó algo agradable. Jamás se encontró realmente alegre en una mañana cualquiera de su vida, nunca hizo algo bueno en las horas que preceden al mediodía, jamás se le ocurrieron buenas acciones ni logró proporcionarse así mismo ni a los demás alegrías en esas horas.

Jamás un hombre ha tenido la necesidad más profunda y apasionada de independencia que él. Durante su juventud, siendo pobre y costándole trabajo ganar su alimento, prefería soportar hambre y vestir harapos, si de esta manera lograba un poco de independencia. Nunca se vendió por dinero ni comodidades, ni a mujeres ni a poderosos; en más de cien ocasiones tiró y apartó de sí lo que a los ojos de todo el mundo constituía sus excelencias y ventajas, para conservar a cambio su libertad.

Ninguna obsesión le era más despreciable e insoportable que la de ejercer un puesto, someterse a una distribución del tiempo, acatar las órdenes de otras personas.  

En esto residía su fortaleza y su virtud; aquí era severo e incorruptible; aquí era su temperamento imperturbable y honesto. Sin embargo a esta cualidad estaban profundamente ligados su sufrimiento y su sino. Le ocurría lo que le acontece a todos; lo que él, por un impulso muy profundo de su ser, buscó y deseó con la mayor tenacidad, logró obtenerlo, sin embargo, en mayor medida de la que es conveniente a los hombres. En un principio fue su sueño y su dicha, luego su acerbo destino. 

En medio de la libertad conseguida se dio muy pronto cuenta Harry [quien es un lobo estepario] de que esa su independencia era su muerte, que se encontraba solo, que el mundo lo abandonaba de una manera aviesa, que los hombres no le importaban nada; es más, que él mismo a sí tampoco, que paulatinamente iba ahogándose en una atmósfera cada vez más tenue de falta de trato y aislamiento. Porque ya resultaba que la soledad y la independencia no eran su afán y su propósito, eran su sino y su castigo, que su mágico deseo se había cumplido y ya no era posible retirarlo, que ya no servía de nada extender los brazos abiertos lleno de melancolía y con el corazón repleto de buena voluntad, brindando solidaridad y unión; ahora lo dejaban solo.

Y no es que fuera aborrecible y abominable e insoportable a los demás. Al contrario, tenía bastantes amigos. Muchos lo querían bien. 

Sin embargo, siempre era sólo encanto y cortesía lo que hallaba; lo convidaban, le hacían obsequios, le enviaban bonitas cartas, empero nadie se le acercaba espiritualmente, por ningún lado surgía avenencia con nadie, y nadie estaba dispuesto ni era capaz de compartir su vida. Ahora lo envolvía la soledad, un ambiente sereno, un alejamiento total de quienes lo rodeaban, una incapacidad de relación, contra la cual no podía nada ni la voluntad, ni el afán, ni la melancolía. Este era uno de los caracteres más importantes de su vida.

Otro era que había que clasificarlo entre los suicidas. 


El lobo estepario
Hermann Hesse

Ver Tercera Parte

sábado, 6 de noviembre de 2021

BTS Jin - Awake

 



Por: monlyrics

Una voz

 



Dentro de mí hay una voz, 
un ser  susurrando cuán agotado está.

Siento su tristeza, 
mis intentos desesperados por darle lo que pide
nos han llevado constantemente al fracaso.

Deseé que mi compañía fuera suficiente,
sólo puedo llorar nuestra desesperanza.

No sé cuánto tiempo nos queda.
No sabemos nada sobre la vida.

Al igual que él...
siento que no hay más por hacer.

Cuando pienso en las personas,
en cómo llevan sus vidas, no le encuentro sentido.
No quiero que me importe lo que suele importarle a ellos. 

Si tan sólo pudiera apagar mis deseos y mis sueños.
Ojalá bastara sólo con existir,
Ojalá bastara sólo con respirar y observar 
en tranquilidad el camino y el paisaje.

No sé si somos egoístas y codiciosos por naturaleza,
esos estados nos distraen de lo que realmente necesitamos.
Esos estados nos llevaron a donde nos encontramos ahora, 
aquí el aire
nos sofoca.

Sé lo que quieres, 
salir de allí, ser libre.
Sé bien que fui quien te arrastro a este lugar 
del que no existe salida.

No basta decir 'lo siento',
me cegué al creer caminar 
hacia nuestra felicidad.

Si decides irte, 
abandonarlo todo, 
no te culparé. 

Seré ahora yo 
quien te siga en silencio. 


BMA

Y hasta la vida más desdichada





Y hasta la vida más desdichada tiene igualmente sus horas fascinantes y sus pequeñas flores de ventura entre la arena y el pedregal.

 

El lobo estepario
Hermann Hesse

 

Primera parte: la naturaleza del lobo estepario

 



El lobo estepario tenía por tanto, dos naturalezas: una humana y otra lobuna; ése era su destino.

En él no corrían en paralelo el hombre y el lobo, y mucho menos se daban un apoyo recíproco, sino que se odiaban tenaz y mortalmente. Cada uno vivía únicamente para martirio del otro, y cuando dos son enemigos mortales y se encuentran en la misma sangre y son parte de una misma alma, entonces resulta una vida insoportable.

Habitualmente era muy desdichado, eso no puede negarse, y también podía hacer miserables a otros, en particular si los amaba y ellos a él. Dado que quienes le tomaban afecto, no veían nunca en él más que uno de los dos lados. Algunos lo querían como hombre distinguido, talentoso y excepcional y se quedaban decepcionados cuando de repente descubrían en él al lobo. Y esto era irremisible, pues Harry quería, como toda creatura, ser amado en su totalidad y no podía, por lo mismo, primordialmente ante ellos cuyo afecto le importaba mucho, ocultar al lobo y rechazarlo. Pero igualmente había otros que justamente amaban en él al lobo, particularmente a lo natural, bestial, ingobernable, peligroso y violento, y a éstos, a su vez, les producía una asombrosa desilusión y tristeza que espontáneamente el feroz y malvado lobo fuera también un hombre que tuviera dentro de sí afanes de generosidad y de ternura y quisiera asimismo escuchar a Mozart, leer versos y tener ideales de humanidad. Especialmente éstos eran, por lo general, los más defraudados e iracundos, y de ese modo llevaba el lobo estepario su propia duplicidad y discordia interna también a todas las existencias extrañas con las que se ponía en contacto.

En el caso de Harry no dejaba de haber excepciones y momentos dichosos, que él podía dejar respirar, pensar y sentir alguna vez al lobo y alguna vez al hombre con libertad y sin distinguirse, es más, que en instantes muy extraños, hacían los dos las paces y vivían juntos en amor y compañía, de una manera que no solamente dormía el uno cuando el otro velaba, sino que ambos se fortalecían y cada uno de ellos duplicaba el valor del otro. 


El lobo estepario
Hermann Hesse

jueves, 4 de noviembre de 2021

¿Cómo entender el lenguaje del viento?





¿Cómo entender el lenguaje del viento?
Al menear las hojas, los pétalos, viajo a otro espacio.
La naturaleza danza, mis pies dejan el suelo, mi cuerpo sublimado,
con la familia del viento marcho.


BMA


BTS Jin - Epiphany





 

Por: monlyrics


BTS Jhope - Blue side

 


Por: monlyrics

¿Era todo un fantasma?

 





¿Éramos nosotros, los viejos conocedores del mundo antiguo, de la antigua música auténtica, de la antiquísima poesía genuina, éramos solamente una escasa y terca minoría de complejos perturbados, que mañana seríamos olvidados y puestos en ridículo? Lo que nosotros llamamos "cultura", espíritu, alma, lo que teníamos por hermoso y divino, ¿era todo un fantasma no más, muerto hace varios años y tenido por genuino y vivo aún sólo por un par de locos como nosotros? ¿Acaso no habría sido genuino nunca, ni habría estado vivo jamás? ¿Habrá podido ser siempre un mito y únicamente un mito esos locos?

El lobo estepario
Hermann Hesse

 

martes, 2 de noviembre de 2021

Vacío

 



I

Contemplo el vacío,
en la penumbra lucha una luz
por coexistir en la oscuridad.

Soledad era igual a independencia

 




No, también se las podía arreglar uno sin música de salón y sin el amigo, y era extravagante consumirse en estériles pretensiones sociables. Soledad era igual a independencia, yo me la había deseado y la había logrado luego de varios años. Era álgida, es verdad, sin embargo, también era pacífica, extraordinariamente tranquila y grande, como el apacible frío en donde se mueven la estrellas.

 

El lobo estepario
Hermann Hesse

 

Y si el mundo tiene razón




 

Y si el mundo tiene razón, si esta música de los cafés, estas distracciones en masa, estos seres americanos felices con tan poco tienen razón, entonces soy yo quien no la tiene; entonces es verdad que estoy demente; entonces soy yo en efecto el lobo estepario que en muchas ocasiones me he llamado, la bestia extraviada en un mundo que le es raro e inexplicable, que ya no halla ni su hogar, ni su ámbito, ni su comida. 

 

El lobo estepario
Hermann Hesse

 

2AM - I WONDER IF YOU HURT LIKE

  "Sonrío y sonrío, pero mis lágrimas fluyen nuevamente". Por:  Brenda Martínez Álvarez (K-POP y más)