"Sonrío y sonrío, pero mis lágrimas fluyen nuevamente".
ㅡEs cómico ㅡdije─ que entretenga tanto el pegar tiros. Y eso que yo era antes adversario de la guerra.
Gustavo sonreía. Efectivamente, es que hay bastantes personas en el mundo. Antes no se notaba mucho. Sin embargo ahora, que cada uno no solamente desea respirar el aire que le corresponde, sino hasta tener un automóvil, ahora es cuando lo notamos justamente. Claro que lo que hacemos no es justo, es una travesura, como también la guerra era una niñada monstruosa. Con el tiempo, la humanidad tendrá que aprender alguna vez a dominar su reproducción mediante el uso de la razón. Por el momento, reaccionamos contra el insoportable estado de cosas de una manera muy poco razonable, pero en el fondo hacemos lo justo: reducimos el número.
ㅡSí ㅡintervine─; lo que hacemos es quizá una insensatez; empero, es posiblemente correcto y esencial. No es conveniente que los seres humanos esfuercen exageradamente la inteligencia e intenten, con la ayuda de la razón, poner en orden las cosas que aún están lejos de ser accesibles a la razón misma.
El lobo esteparioHermann Hesse
Lo que me parecía que era el deber y lo que me fue ordenado en toda ocasión por las autoridades y los superiores, todo ello no era bueno en verdad; hubiera preferido hacer siempre lo contrario, pero aun cuando no conozca ya el concepto del deber, conozco, sin embargo, el de la culpa; acaso son los dos la misma cosa. Por haberme traído al mundo una madre, ya soy culpable, ya estoy condenado a vivir, estoy obligado a pertenecer a un Estado, a ser soldado, a matar, a pagar impuestos para armamentos. Y ahora, en este momento, la culpa de vivir me ha llevado otra vez, como antaño en la guerra, a tener que matar. Y en esta ocasión no mato con repugnancia, me he rendido a la culpa, no tengo nada en contra de que este mundo sobrecargado y necio salte en pedazos; yo ayudo con gusto, y con gusto sucumbo yo mismo a la vez.
El lobo esteparioHermann Hesse
I
一Mi pequeño teatro cuenta con tantas puertas de palcos como quieran: diez, cien, o mil, y detrás de éstas los aguarda lo que ustedes vayan buscando precisamente. Es una fascinante galería de vistas; pero no le sería beneficioso recorrerla así como está usted. Se hallaría atado y deslumbrado por lo que viene usted llamando su personalidad.
Estoy seguro de que ha adivinado desde hace mucho que el dominio del tiempo, la salvación de la realidad y cualesquiera que sean los nombres que haya dado a sus deseos, no representan otra cosa que el anhelo de despojarse de su llamada personalidad. Ésta es la cárcel que lo aprisiona. Y si usted, tal como está, entrara al teatro, lo vería todo con los ojos de Harry, todo a través de las viejas gafas del lobo estepario.
Por esta razón se le invita a que se despoje de sus gafas y a que tenga la generosidad de dejar esa muy honorable personalidad aquí en el armario, donde volverá a tenerla a su disposición cuando lo desee.
I I
一¿Es usted Pablo?一pregunté.
一No soy nadie 一contestó con cordialidad一. Aquí no tenemos nombres, aquí no somos personas. Yo soy un jugador de ajedrez. ¿Desea usted una lección de la reconstrucción de su personalidad?
一Sí, se lo imploro.
一Entonces tenga usted la generosidad de poner a mi disposición una par de docenas de sus figuras.
一¿De mis figuras?...
ㅡLas figuras en las que ha visto usted descomponerse su llamada personalidad. Sin figuras no puedo jugar.
Colocó un espejo frente a mi rostro, de nuevo vi allí la unidad de mi persona descompuesta en muchos yos, su número parecía haber aumentado. Sin embargo, las figuras eran ahora muy diminutas, aproximadamente como figuras manejables de ajedrez, y el jugador, con sus dedos silenciosos y seguros, cogió unas docenas de ellas y las puso en el suelo junto al tablero. Luego habló con monotonía, como el hombre que repite mucho un discurso o una lección:
ㅡLa idea equivocada e infausta de que el hombre sea una unidad permanente, le es a usted conocida. Asimismo está enterado de que el hombre está conformado por una multitud de almas, de muchísimos yos. Descomponer en estas numerosas figuras la aparente unidad de la persona se tiene por locura; la ciencia ha inventado para ello el nombre de esquizofrenia. La ciencia tiene en esto razón en cuanto es natural que ninguna multiplicidad puede dominarse sin dirección, sin un cierto orden o agrupamiento. En cambio, no tiene razón en creer que sólo es posible un orden único, férreo y para toda la vida, de los muchos subyos. Este error de la ciencia trae no pocas consecuencias desagradables; su valor está exclusivamente en que los maestros y educadores puestos por el Estado ven su trabajo simplificado y se evitan el pensar y la experimentación. Como consecuencia de aquel error pasan muchos hombres por "normales", y hasta por representar un valor social, que están irremisiblemente locos, y a la inversa, tienen a muchos por locos, que son genios.
Nosotros completamos por eso la sicología defectuosa de la ciencia con el concepto de lo que llamamos arte reconstructivo. Al que ha experimentado la descomposición de su yo le enseñamos que sus trozos pueden acoplarse siempre en el orden que se quiera, y que con ellos se logra una ilimitada diversidad del juego de la vida. Lo mismo que los poetas crean un drama con un puñado de figuras, así construimos nosotros con las figuras de nuestros yos separados constantemente grupos nuevos, con distintos juegos y perspectivas, con situaciones eternamente renovadas. ¡Vea usted!
[...] Y así fue construyendo el inteligente artífice con las figuras, cada una de las cuales era un pedazo de mí mismo, numerosos juegos, todos parecidos entre sí desde cierta distancia, todos como pertenecientes al mismo mundo, como comprometidos al mismo origen, cada uno, sin embargo, enteramente nuevo.
一Esto es arte de vivir一dijo doctoralmente一; usted mismo puede ya de aquí en adelante seguir conformando y animando, complicando y enriqueciendo a su capricho el juego de su vida; está en su mano. Así como la locura, en un grado superior, es el principio de toda ciencia, así es la esquizofrenia el principio de todo arte, de toda fantasía.
El lobo esteparioHermann Hesse
BMA
[...] la risa de los imperecederos. No tenía fin esta risa, no era más que luz y claridad, era lo que queda cuando un hombre real ha cruzado los tormentos, los vicios, los errores, las pasiones y las equivocaciones del género humano y penetra en lo eterno, en el espacio universal. Y la "eternidad" no era otra cosa que la liberación del tiempo, era en cierto modo su vuelta a la inocencia, su retransformación en espacio.
El lobo esteparioHermann Hesse
"Sonrío y sonrío, pero mis lágrimas fluyen nuevamente". Por: Brenda Martínez Álvarez (K-POP y más)